“¡Profesor secuestraron a un niño en el barrio!
¿Cómo le explican a un niño que debe desconfiar de personas extrañas?", responde el profesor Eduardo Espinoza.
Estamos con un grupo de simpáticas chicas del barrio 23 de enero, ellas se llaman las pioneras de la nueva educación, nombre que dice mucho sobre su ambición a nivel profesional. Estas futuras educadoras asisten a la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV), para estudiar en la Misión Sucre. No obstante, el objetivo de esta misión no es solamente dar acceso a la educación superior a sectores tradicionalmente excluidos, sino también brindarle un sentido práctico que vincule los estudios con la realidad de las comunidades. Esta última tarea ha sido denominada: "municipalización de la educación."
Una nueva visión envuelve los cursos impartidos en la universidad, ya que éstos deben tener pertinencia social y la capacidad de poder ser aplicados directamente en la comunidad. Fundamentado en estos principios, la Misión Sucre se desarrolla como un programa de movilización social que garantiza a todos los ciudadanos la participación del saber, del conocimiento y de la construcción de la ciudadanía.
El grupo de estudiantes que hoy nos atañe, además de participar en el cambio de la educación superior, también desean abrir el camino de la transformación del sistema educativo venezolano. Para comprender la necesidad de este cambio, tenemos que escuchar el testimonio de la “pionera” Gabriela: "Antes éramos excluidos del sistema de educación. En mi caso, intenté entrar en varias universidades pero me cerraron todas las puertas. "
Al deteriorarse la educación pública, las universidades prácticamente quedaron reservadas para aquellos que lograban tener acceso a la educación privada, generalmente muy costosa. Con el fin de remediar esta injusticia y permitir a gente como Gabriela participar en la universidad, el gobierno creó la Misión Sucre (en homenaje al compañero de Bolívar durante la guerra de Independencia). Paralelamente, se están desarrollando las escuelas bolivarianas que buscan corregir los problemas de base en los primeros niveles de la educación pública.
Dentro del marco de la Misión Sucre, cinco nuevas universidades fueron creadas para acoger a la creciente población estudiantil: la Universidad Nacional Experimental de Yaracuy; la Universidad Marítima del Caribe; la Universidad Nacional Experimental Politécnica de las Fuerzas Armadas; la Universidad Nacional Experimental del Sur del Lago; y la Universidad Bolivariana de Venezuela, punta de lanza de la Misión Sucre.
Es importante resaltar que las “pioneras” no están solas, 457.653 estudiantes estudian en el marco de la Misión Sucre. El Estado ha distribuido, para el año 2004, 76.450 becas es decir uno de cada seis estudiantes, de esta Misión, se beneficia de la ayuda económica proporcionada por el gobierno bolivariano. Además, hace dos años sólo 60 municipios contaban con instituciones universitarias y estaban ubicadas principalmente en los núcleos urbanos, hoy día la municipalización de la educación superior está funcionando en 272 municipios de los 335 de todo el país, lo que representa 80% del territorio nacional.
En estas localidades los habitantes se están incorporando a los 24 programas de la Misión Sucre, con actividades que están relacionadas con su cultura, necesidades, problemas, acervos, exigencias y potencialidades. Bajo una visión progresista de universalizar la enseñanza con una nueva forma de impartir el conocimiento, la comunidad ha entendido el nuevo concepto de universidad: se trata de un modelo en el que la sociedad se capacita toda la vida y en el que no hay restricciones de edad.
Educación con conciencia social
En el caso de nuestras “pioneras”, lo que aprenden en la carrera de Educación Primaria de la UBV es puesto en práctica en las escuelas de su sector del barrio 23 de enero. Bajo la dirección del profesor Eduardo Espinoza, ellas buscan las herramientas más apropiadas para aplicar sus conocimientos.
"La universidad y el sistema educativo debe estar dirigido hacia las personas, deben incluir a la base. No puede ser un sistema impuesto desde arriba por el Estado. Aquí participamos directamente en los problemas del barrio…como por ejemplo, el problema de secuestros a niños. Nos inspiramos en las problemáticas del barrio, en nuestras propias inquietudes para educar a los más pequeños. No podemos esperar que sea el alcalde, el gobierno o Chávez quien resuelve nuestras necesidades, debemos solventarlas nosotros mismos dentro de las estructuras que disponemos", nos explica el profesor de las “pioneras”.
La idea principal de este inédito proyecto, es integrar una verdadera praxis revolucionaria dentro del sistema educativo venezolano. "Aprender haciendo", nos dice Roselyn determinada a participar en esta transformación.
Siguiendo la enseñanza del escritor humanista francés, Francois Rabelais, la Misión Sucre tiene como finalidad establecer una "ciencia dotada de conciencia social", es decir romper con la enseñanza tradicional que aislaba el saber de la práctica social.
Como nos ilustra el profesor Espinoza: "No sólo somos profesores también somos ciudadanos dotados de una nueva conciencia solidaria. Los formadoras del 23 de enero no tienen las mismas necesidades que los formadores Yanomami (población indígena de la región Amazona), ellos deben aprender a pescar, aquí no se necesita pescar, esta no es una necesidad primaria en nuestro barrio. La respuesta educativa a las necesidades del pueblo deben tomar en cuenta los aspectos generales y particulares. "
Anais nos confirma esta orientación social de la Misión Sucre: “Nuestro objetivo es cambiar la educación. En función de lo que aprendemos, observamos en las escuelas para así poder mejorar la educación de nuestros niños. En la universidad nos dan la teoría, y aquí aplicamos la práctica. Esto no es como antes, donde se estudiaba cinco años hasta la graduación y luego se impartía la primera clase".
Este cambio radical de la visión educativa está acompañado de una reflexión sobre las raíces del saber, ahora hay una verdadera reapropiación de la historia nacional. "Antes no nos enseñaban nada sobre Simón Bolívar o Simón Rodríguez. No sabía que Simón Rodríguez había cambiado de nombre o lo que había hecho", dice Yamilé riendo. (Simón Rodríguez, el profesor de Bolívar, tomó como seudónimo Samuel Robinson durante la guerra de independencia).
Después de 503 años viéndose con los ojos de otros, como diría al escritor uruguayo Eduardo Galeano, Venezuela empieza a verse con sus propios ojos.
Armadas de perseverancia, las pioneras de la nueva educación, emprenden la destrucción de la torre de marfil que rodea el conocimiento, para que éste sea liberado y pueda conquistar una utilidad social, además de perfeccionar la calidad de vida de todos los venezolanos y de la Venezuela bolivariana.